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viernes, 29 de octubre de 2021

Casos Reales: La masacre de las Bananeras

Un saludo, mis queridos seguidores. En este blog ya se han narrado múltiples episodios oscuros de la historia, y en estos momentos donde la nación colombiana sufre de la corrupción y derramamiento de sangre por parte del gobierno se me hace menester recordar uno de los episodios más sangrientos y a la vez desconocidos de la historia colombiana, la masacre de miles de inocentes cuyo único crimen fue luchar por sus derechos.

Luego de la primera guerra mundial el consumo de plátanos a nivel mundial se vio exacerbado y los países caribeños por su clima tropical fueron perfectos para el cultivo de esta fruta que era cada vez más demandada. En Colombia la zona más adecuada para el cultivo de banano fue la región del Urabá, también conocido como la Zona Bananera así como diversas regiones de la costa atlántica, no obstante Colombia a finales del siglo XIX e inicios del siglo XX no tenía personas ni compañías suficientemente ricas como para producir plátano de manera competitiva para el mercado mundial.

Es ahí donde entra United Fruit Company, una empresa estadounidense que era la mayor productora de fruta del mundo. Viendo en la región atlántica colombiana una gran oportunidad, abrió una oficina en Santa Marta y se dedicó a obtener tierras baldías así como comprar tierras supuestamente baldías pero con títulos de propiedad virreinales de las familias ricas de Santa Marta. Todo parecía pintar bien para la nación tricolor.

Región Caribe colombiana, donde se concentraron las actividades de la multinacional.

No obstante, la usura de las grandes multinacionales norteamericanas nunca se puede subestimar. Para mencionar algo positivo antes de las aberraciones que cometió la compañía, se puede decir que United Fruit Company pagaba hasta el doble o incluso el triple a sus trabajadores de lo que lo harían empresarios nacionales. Esto consiguió que se multiplicara rápidamente la población del atlántico por miles y miles de trabajadores que asistían de todas partes del país para trabajar viendo los jugosos salarios, llegando a aumentar de 1500 a 15000 la cantidad de trabajadores de las bananeras en 10 años.

La empresa a pesar de dar estos jugosos salarios no podía garantizar un trabajo estable por las obvias razones de que no se cortan o plantan bananos todos los días, ni tampoco se construyen ferrocarriles, esto hacía que los campesinos, generalmente sin tierras propias pues venían de zonas lejanas vivieran en la pobreza cobrando incluso un día a la semana, ya que la compañía pagaba por el trabajo cumplido en la jornada, no quincenal o mensualmente, costumbre conocida como jornal.

Otro derecho del que carecían los empleados era el derecho a la vivienda, mientras los directivos de United Fruit Company vivían en lujosas fincas con piscinas y canchas de tenis los trabajadores vivían hacinados en chozas maltrechas sin agua ni camas o muebles dignos, dormían en montones de hojas secas de plátano infestadas de chinches que les privaban del sueño; la compañía afirmaba que estas viviendas no eran inferiores a la generalidad de las casas rurales colombianas para defenderse.

Los diferentes empleados colombianos de la empresa estadounidense veían frustradas todas sus solicitudes por mejora de condiciones laborales con el hecho de que eran subcontratados por empresas nacionales, razón por la cual United Fruit Company decía ''no tener empleados''.

Día de trabajo en la zona bananera.

Las operaciones de la transnacional no incordiaban solamente a los campesinos. Los propietarios de terrenos y agricultores locales se veían en situaciones comprometedoras al no poder de ninguna manera competir contra el monopolio de la compañía, no solo por la superioridad económica y el mayor peso político de esta, sino que llegaban hasta el punto de desviar los ríos de la región con fines de riego privatizando el uso de esa agua, rodeando de canales e incomunicando a predios competidores e impidiéndoles usar el recurso hídrico. 

Los comerciantes de la zona bananera también se vieron severamente afectados. Ellos abastecían de comida, licor y distintos productos de limpieza a los ciudadanos locales, pero la flota de barcos que exportaban los plátanos desde el puerto de Santa Marta a Estados Unidos y Europa aprovechaba para regresar con productos traídos del extranjero, productos que vendían a precios hasta un tercio inferiores a los locales en mercados fundados por la United Fruit Company, donde compraban con bonos dados por la compañía como forma de pago.

Como si todo lo anterior no fuera suficiente, el gobierno ofrecía protección militar además de exenciones fiscales y permiso para ocupar las tierras baldías por parte del gobierno colombiano.

Lujosas residencias de los altos cargos de United Fruit Company.

Todos estos factores fueron desembocando en el descontento masivo por parte de la gran mayoría de pobladores de la región Caribe. Finalmente se produjeron los primeros intentos de huelga hacía el año 1920. Las situaciones pobres de trabajo eran comunes a todos los países caribeños pero en la mayoría de casos los trabajadores eran negros importados desde otras naciones dificultando una unidad, en Colombia a pesar de ser racial y regionalmente diferentes hablaban todos el mismo idioma y se identificaban con la misma patria lo que facilitó la movilización.

Los trabajadores, comerciantes y campesinos tomaron dos métodos principales para intentar plantar cara a la poderosa compañía; en primer lugar intentaron hacer tratos con empresas también estadounidenses que eran competidoras, mas United Fruit Company hizo gala de tratos de exclusividad con el gobierno que impedían operar a otras compañías y aseguraban el monopolio en Colombia de la United Fruit Company.

La segunda estrategia fue acudir directamente a la intervención del gobierno, la concesión sobre el ferrocarril dada a la multinacional por el mandato presidencial estaba pronta a expirar lo cual daba optimismo a los campesinos. En el año 1923 el gobierno finalmente se dignó a intentar solucionar la situación, para intentar evitar el monopolio sobre la tierra estableció claramente límites sobre las tierras baldías que aun no tenían dueño y creó una comisión estatal conformada por un director, un topógrafo y varios policías para asegurar la zona; lo que esto logró fue poner de manifiesto una realidad que ya se sabía pero se callaba. United Fruit Company había creado un estado dentro de un estado, pues los soldados y agentes policiales locales atacaron y evitaron el accionar de la comisión de baldíos por ordenes de la compañía. 

United Fruit Company controlaba la tierra, la infraestructura y la defensa en extensas zonas del norte colombiano.

Huelga de las bananeras.

La situación era insostenible. Por una parte la compañía norteamericana mostraba desprecio y condescendencia en su trato con las autoridades colombianas, tanto así que el gobierno ordenó nacionalizar al ferrocarril platanero en 1925 y la empresa solo acató hasta 1930. Las condiciones climáticas tampoco eran idóneas, ya que el huracán de 1927 destruyó miles y miles de hectáreas de cultivo, por otro lado tras la primera guerra mundial la competencia aumentó ya que muchos otros países sembraban plátano, todo lo mencionado se tradujo en miseria y hambre para los trabajadores.

Por esto se formó una asamblea parte de la Unión Sindical de Trabajadores del Magdalena que diseñó un pliego de solicitudes que extenderían a la compañía, este pliego solo buscaba que United Fruit Company reconociera sus derechos a los empleados y pedía lo siguiente:

  1. Seguro colectivo obligatorio
  2. Reparación por accidentes de trabajo
  3. Habitaciones higiénicas y descanso dominical
  4. Aumento en 50 % de los jornales de los empleados que ganaban menos de 100 pesos mensuales
  5. Supresión de los comisariatos
  6. Cesación de préstamos por medio de vales
  7. Pago semanal.
  8. Abolición del sistema de contratista.
  9. Mejor servicio hospitalario.
Los miembros de la asamblea se dirigieron el 7 de octubre del 1928 a Santa Marta para presentar el pliego a  United Fruit Company, quien se negó incluso a recibirlos, y no solo esa vez sino que en otras dos ocasiones, tal falta de disposición a respetar a los trabajadores desembocaría en la huelga. El 11 de noviembre del mismo año la Unión Sindical convocó a todos los trabajadores a dejar de realizar la labor y reunirse en el municipio de Cienaga, Magdalena al día siguiente. Ese sería el comienzo de una de las mayores huelgas de la historia moderna.



Los días siguientes fueron duros para todas las partes, la compañía frutera vio totalmente paralizada la exportación de plátano y sentía la presión de los obreros, y por otro lado los trabajadores sin cortar plátano y sin recibir sus pagos de los meses de noviembre y octubre, estaban en condiciones económicas dificultosas; afortunadamente varios comerciantes de toda la zona quienes se beneficiarían del cierre de las tiendas de United Fruit Company, apoyaron donando comida y bienes básicos a los huelguistas. 

La empresa se apresuró a contratar esquiroles para reemplazar a los trabajadores parados, pero estos se dedicaban a destruir todos los racimos posibles, a tratar de convencer a los rompehuelgas de unirse a ellos y de no ser posible, obstaculizarlos en todas las formas posibles. A medida que la situación se fue prolongando, la poderosa multinacional empezó a ejercer presión por lo que el presidente de la época, Miguel Abadía Méndez se apresuró a dar una respuesta militar. El ministerio de guerra encargó al general Carlos Cortés Vargas solucionar la situación, y estaba dispuesto a hacerlo por la fuerza si se hacía necesario.

Los militares comenzaron a escoltar a los esquiroles y vigilar que se cortaran y transportaran los bananos, bajando la moral a los obreros en protesta quienes sin embargo siguieron firmes en su lucha. Al igual que con los esquiroles, los trabajadores intentaban unir a la huelga a los soldados apelando a que todos eran parte del mismo pueblo colombiano, explotado y menospreciado por el ''yankee''.

Con el pasar de las semanas, se fue viendo que los soldados de todos los rangos eran serviles a United Fruit Company, incluyendo al general Vargas quien cenaba constantemente con altos cargos de la compañía y, según la gobernación de Magdalena, participaba de orgías. Esta servidumbre al extranjero por parte del ejército nacional sumado a las negativas de cumplimiento al pliego de peticiones tanto por parte de la compañía como del gobierno a quien también se le envío fue aumentado las tensiones hasta que el comité sindical convocó a todos los trabajadores en Ciénaga el 5 de diciembre, para partir masivamente hacia Santa Marta en la madrugada del 6 y así hicieron, llegando masivamente a la plaza del pueblo a partir del mediodía. La paciencia del general Vargas se había terminado. 

 
Imagen con fines ilustrativos.
 
Los manifestantes fueron rodeados por ametralladoras desde cada lugar posible. Hubo quien notó lo que se avecinaba, como Raúl Eduardo Mahecha, uno de los líderes de la huelga quien rogó a sus compañeros dispersarse para evitar la inminente masacre, sin embargo fue poco lo que pudo hacer. Aproximadamente una hora después un oficial del ejército procedió a declarar el estado de sitio y solicitar por última vez la dispersión de los manifestantes mientras se tocó 3 veces la trompeta. El pueblo no cedió.
 
En un acto que muchos podrían considerar traición a la patria, el Ejército Nacional de Colombia abrió fuego contra los miles de manifestantes sumiendo a Ciénaga en la más absoluta desesperación. Los habitantes del pueblo escuchaban disparos y gritos a mansalva en un hórrido espectáculo que duró varias horas dejando como saldo 1800 trabajadores masacrados y 100 heridos, aunque hay quienes tienen buenas razones para pensar que fueron muchos más. A la mañana siguiente cuando el general Cortés Vargas hubo terminado su macabro trabajo ordenó que se cargaran todos los cuerpos en trenes y se llevaran al puerto de Santa Marta, desde donde fueron arrojados al mar para nunca ser encontrados más por la falta de interés del estado que por lo recóndito de su paradero.
 
La mente retorcida del general Cortés Vargas estaba lejos de llegar a su límite y se le ocurrió dejar 9 cadáveres en la plaza central de Ciénaga dando a entender que los 9 puntos del tratado estaban muertos y aún así el no lo consideró suficiente para ''pacificar'' a lo que el consideraba soviets comunistas. El ejército luego de terminar con la masacre y desaparecer los cadáveres se dedicó a quemar todas las casas sindicales y a perseguir a todos los huelguistas, que eran llamados 'cuadros de malhechores' para apresarlos dándoles cadenas perpetuas en injustos juicios y en algunos casos incluso asesinarlos.
 
Los trabajadores de las bananeras habían sido derrotados. Masacrados, menospreciados y hambrientos no tuvieron más opción que volver a las plantaciones y seguir trabajando en la miseria, miseria que se vería exacerbada por la gran depresión del año 1929.
 
Luego de años de semiesclavitud y miedo los trabajadores volvieron a protestar en el año 1934 y en esta ocasión afortunadamente no terminó en barbarie, pues el presidente López Pumarejo obligó a United Fruit Company a negociar con los huelguistas garantizando mejoras en la calidad de vida y salarios. Durante la segunda guerra mundial la empresa perdió su monopolio en Ciénaga y empezó a retirarse de la zona, proceso que duró hasta los años setenta.
 
Líderes de la huelga de 1928.
 
Este episodio es probablemente el más sangriento que ha sucedido en la historia de Colombia y no fue ejecutado por grupos al margen de la ley sino por el propio gobierno colombiano, servil a una empresa estadounidense que dura hasta el día de hoy pues existen importantes políticos que niegan la existencia de esta masacre. 
 
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